Impulsa tu Carrera en Valoración Lo que Nadie Te Cuenta para Triunfar Hoy

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Trabajar en la valoración de empresas siempre ha sido un desafío, pero, honestamente, nunca como ahora. Recuerdo cuando la complejidad se centraba en afinar un DCF; hoy, con la irrupción de la inteligencia artificial y la avalancha de datos, sumado a la volatilidad económica global y la creciente relevancia de los criterios ESG, el panorama ha cambiado radicalmente.

He visto de primera mano cómo los profesionales que no se adaptan rápidamente quedan obsoletos, y es una sensación agridulce ver esa brecha abrirse. Mantenerse a la vanguardia exige una profunda inmersión en nuevas metodologías, una comprensión aguda de las tendencias tecnológicas y, sobre todo, una visión prospectiva que anticipe los movimientos del mercado.

La capacidad de interpretar no solo números, sino también el impacto de factores no financieros, se ha vuelto indispensable para ofrecer valor real en cada análisis.

Descubrámoslo con precisión.

Trabajar en la valoración de empresas siempre ha sido un desafío, pero, honestamente, nunca como ahora. Recuerdo cuando la complejidad se centraba en afinar un DCF; hoy, con la irrupción de la inteligencia artificial y la avalancha de datos, sumado a la volatilidad económica global y la creciente relevancia de los criterios ESG, el panorama ha cambiado radicalmente.

He visto de primera mano cómo los profesionales que no se adaptan rápidamente quedan obsoletos, y es una sensación agridulce ver esa brecha abrirse. Mantenerse a la vanguardia exige una profunda inmersión en nuevas metodologías, una comprensión aguda de las tendencias tecnológicas y, sobre todo, una visión prospectiva que anticipe los movimientos del mercado.

La capacidad de interpretar no solo números, sino también el impacto de factores no financieros, se ha vuelto indispensable para ofrecer valor real en cada análisis.

Descubrámoslo con precisión.

La Inteligencia Artificial Redefiniendo el Juego de la Valoración

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Desde que me sumergí en este mundo de los números y las proyecciones, siempre me fascinó cómo un simple modelo podía desentrañar el valor de algo tan complejo como una empresa.

Pero la verdad es que, en los últimos años, esa fascinación ha evolucionado hacia un asombro constante por la velocidad con la que la inteligencia artificial y el Big Data están transformando cada rincón de nuestra profesión.

No se trata solo de automatizar tareas repetitivas –que ya es un alivio enorme, créanme–, sino de la capacidad de procesar volúmenes de información que, humanamente, serían inabarcables en mil vidas.

Esto nos permite identificar patrones, correlaciones y anomalías que antes simplemente pasaban desapercibidas, o requerían un ejército de analistas durante meses.

Mi experiencia me ha demostrado que quienes abrazan estas herramientas no solo son más eficientes, sino que logran valoraciones mucho más matizadas y precisas, capaces de anticipar movimientos del mercado con una destreza antes impensable.

Es una sensación liberadora, la verdad, saber que tienes una capa de análisis tan profunda a tu disposición.

1. El Poder de los Datos Masivos y el Aprendizaje Automático

He notado que la mayor revolución no ha sido la llegada de algoritmos complejos per se, sino la democratización del acceso a volúmenes ingentes de datos.

Antes, un análisis de mercado exhaustivo implicaba semanas, si no meses, de recopilación manual de información. Hoy, con plataformas que agregan datos de redes sociales, transacciones en tiempo real, sensores IoT e incluso patrones climáticos, podemos construir perfiles de empresas y sectores con una granularidad que era ciencia ficción hace una década.

Por ejemplo, en un proyecto reciente para valorar una empresa de logística, el análisis de datos de tráfico en tiempo real y patrones de entrega optimizados por algoritmos de Machine Learning nos dio una visión de su eficiencia operativa que jamás hubiéramos obtenido con los estados financieros tradicionales.

Esta riqueza de información permite que los modelos de valoración basados en aprendizaje automático no solo proyecten, sino que *predigan* comportamientos futuros con una fiabilidad sorprendente, ajustándose dinámicamente a nuevas entradas de datos.

Se siente como si estuviéramos jugando en una liga completamente diferente, con herramientas que antes eran exclusivas de grandes firmas con presupuestos ilimitados.

2. De la Predicción a la Prescripción: Modelos Más Sofisticados

Lo que realmente me emociona es cómo estamos pasando de la mera predicción a la prescripción. Ya no se trata solo de decir “esto es lo que podría pasar”, sino “esto es lo que deberías hacer para optimizar el valor”.

Los modelos de IA más avanzados no solo te dan un rango de valoración, sino que te sugieren escenarios óptimos basados en la manipulación de variables clave.

Imaginen poder simular el impacto de una estrategia de expansión específica, o la adquisición de una nueva tecnología, en el valor de la empresa en cuestión de segundos.

Esto cambia radicalmente el rol del valorador, de un calculador a un estratega. Recuerdo un cliente que estaba indeciso sobre invertir en una nueva línea de producción.

Al aplicar un modelo prescriptivo, pudimos mostrarle no solo el retorno esperado, sino también el camino óptimo para maximizarlo, considerando factores de riesgo y mercado.

Fue un momento de “ajá”, tanto para mí como para el cliente, al ver cómo la tecnología transformaba la incertidumbre en una hoja de ruta clara. Esta capacidad de ofrecer valor táctico y estratégico es lo que nos diferencia ahora.

Navegando la Complejidad ESG: Un Imperativo del Siglo XXI

Si algo me ha quedado claro en los últimos años es que el valor de una empresa ya no se mide solo en euros o dólares. Los factores Ambientales, Sociales y de Gobernanza (ESG) han dejado de ser una nota al pie en el informe anual para convertirse en pilares fundamentales de la estrategia y, por ende, de la valoración.

Al principio, confieso que me costó un poco asimilarlo. ¿Cómo cuantificas el impacto de la huella de carbono o la diversidad en la junta directiva en el valor de una empresa?

Pero mi experiencia en proyectos recientes, especialmente con inversores institucionales y fondos de impacto, me ha abierto los ojos. He visto cómo una mala gestión ambiental puede destruir la reputación y, consecuentemente, el valor de mercado en cuestión de días.

Y, por otro lado, cómo una sólida estrategia ESG puede atraer capital, mejorar la eficiencia operativa y construir una lealtad de marca inquebrantable.

Es una dimensión que añade una capa de complejidad fascinante, y me atrevería a decir que es donde el toque humano y la experiencia del valorador son más irremplazables.

1. Más Allá de los Beneficios: El Valor de la Sostenibilidad

Personalmente, siento una gran satisfacción al integrar la sostenibilidad en mis análisis. Ya no es una cuestión de “buenas intenciones”, sino de riesgo y oportunidad tangibles.

Una empresa con prácticas laborales éticas, por ejemplo, no solo evita litigios costosos, sino que también atrae y retiene mejor talento, lo que se traduce directamente en una mayor productividad y, sí, en un mayor valor a largo plazo.

Lo mismo ocurre con la eficiencia energética o la gestión de residuos: no son solo costos, son ahorros potenciales y oportunidades de innovación. Recuerdo una empresa manufacturera que valoré, donde su compromiso con la economía circular no solo le generó ahorros significativos en materias primas, sino que también abrió nuevas líneas de negocio con productos reciclados.

Esa narrativa de sostenibilidad, cuando se traduce en números, es increíblemente poderosa. Nos obliga a mirar el negocio no solo desde la perspectiva de hoy, sino desde su resiliencia y relevancia en las próximas décadas.

Es un cambio de mentalidad que valoro muchísimo.

2. Integrando Factores ESG en la Ecuación de Valor

La parte desafiante, y al mismo tiempo apasionante, es cómo integrar de manera efectiva estos factores ESG en los modelos de valoración. No hay una fórmula mágica universal, pero mi enfoque ha evolucionado.

A menudo, recurro a la ponderación de riesgos y oportunidades, ajustando las tasas de descuento o las proyecciones de flujo de caja para reflejar el impacto de, por ejemplo, una política energética agresiva o la exposición a un sector con alta huella de carbono.

También considero el impacto en la reputación y la marca, que pueden influir en los múltiplos de valoración. Por ejemplo, una empresa con un historial de prácticas laborales injustas podría enfrentar primas de riesgo más altas o menores múltiplos en el mercado, incluso si sus fundamentos financieros son sólidos.

Es un ejercicio de juicio y experiencia, donde la empatía y el entendimiento cultural juegan un papel crucial. Se trata de entender que el valor ya no es solo financiero, es social, es ambiental, es reputacional.

Aspecto de la Valoración Enfoque Tradicional (Pre-IA/ESG) Enfoque Moderno (Post-IA/ESG)
Análisis de Datos Principalmente estados financieros históricos, datos de mercado limitados. Big Data, IA, análisis predictivo, datos no estructurados (redes sociales, IoT).
Factores No Financieros Consideración mínima o cualitativa; difícil de cuantificar. Integración sistemática de criterios ESG (riesgos y oportunidades), impacto en flujos.
Metodología Modelos estáticos (DCF, múltiplos), sensibles a pequeños cambios. Modelos dinámicos, simulaciones (Monte Carlo), IA prescriptiva, escenarios múltiples.
Habilidades Clave Contabilidad, finanzas, modelado Excel. Programación (Python/R), ciencia de datos, análisis de riesgos ESG, visión estratégica.
Perspectiva Temporal Corto a mediano plazo, enfoque en el ciclo de negocio actual. Largo plazo, resiliencia, sostenibilidad, anticipación de tendencias disruptivas.

La Volatilidad Global y la Resiliencia de las Empresas

Si hay algo que siempre me ha mantenido en vilo en este trabajo es la constante e impredecible volatilidad del mercado. Antes, las crisis eran eventos más o menos aislados; ahora, parece que vivimos en un estado de permanente incertidumbre, con eventos geopolíticos, pandemias o fluctuaciones económicas globales impactando en cada empresa, sin importar su tamaño o sector.

Mi experiencia personal me ha enseñado que la resiliencia se ha convertido en la moneda de cambio para el éxito. Ya no basta con tener un balance sólido; se trata de la agilidad para pivotar, la capacidad de innovar bajo presión y la fortaleza para absorber shocks inesperados.

Esto, por supuesto, complejiza enormemente la valoración. ¿Cómo valoras una empresa cuando su cadena de suministro global puede desmoronarse de la noche a la mañana, o cuando las tasas de interés pueden dispararse sin previo aviso?

La clave, he descubierto, está en ir más allá de los escenarios “base” y sumergirse en análisis de sensibilidad y escenarios extremos que antes considerábamos remotos.

1. Incertidumbre Económica y Modelos de Sensibilidad

He pasado incontables horas ajustando modelos y realizando pruebas de estrés, y lo que he aprendido es que la verdadera maestría en valoración hoy reside en la capacidad de navegar la incertidumbre.

Ya no me conformo con un único valor puntual para una empresa. Mis clientes esperan y necesitan saber cómo un cambio en el costo de la energía, una nueva regulación comercial o una recesión inesperada podrían afectar su valor.

Por eso, los modelos de sensibilidad se han vuelto indispensables en mi caja de herramientas. Me permiten visualizar rangos de valoración, identificando los drivers más críticos y los puntos de inflexión.

Recuerdo haber valorado una empresa exportadora de cítricos durante la pandemia; las variables de flete y demanda internacional eran una montaña rusa.

Solo a través de un exhaustivo análisis de escenarios pudimos mostrarle a los inversores cómo el valor se comportaba bajo distintas hipótesis, desde un cierre total de fronteras hasta una recuperación rápida.

Eso les dio una confianza que un valor único jamás hubiera podido proporcionar. Es un alivio enorme para el cliente, y para mí, tener esa claridad.

2. Estrategias para una Valoración Robusta en Tiempos de Crisis

La experiencia me ha enseñado que la robustez en la valoración en tiempos volátiles se logra no solo con buenos modelos, sino con una profunda comprensión del negocio y su entorno.

Esto significa ir más allá de los datos fríos y tener conversaciones honestas con la gerencia sobre sus planes de contingencia, su diversificación de ingresos y su capacidad de adaptación.

Por ejemplo, he descubierto que empresas con cadenas de suministro más cortas y regionalizadas, o con un modelo de negocio que permite la rápida digitalización, tienden a mostrar una mayor resiliencia y, por ende, un valor más estable en tiempos de turbulencia.

Considerar la liquidez, la capacidad de renegociar deudas y la flexibilidad en los costos operativos es crucial. Mi enfoque ahora incluye una evaluación explícita de la “capacidad de pivotaje” de una empresa, es decir, qué tan rápido y eficientemente puede cambiar su modelo de negocio o sus operaciones ante un shock externo.

Es un arte tanto como una ciencia, este equilibrio entre números y narrativa de resiliencia.

Evolucionando el Rol del Valorador: Nuevas Habilidades Cruciales

Cuando empecé mi carrera, el valorador era visto casi como un contable sofisticado, un experto en números y hojas de cálculo. Pero, honestamente, siento que ese estereotipo está completamente obsoleto.

Hoy, nuestro rol es mucho más multifacético y estratégico. Nos hemos transformado en asesores integrales, capaces de dialogar con ingenieros de datos, expertos en sostenibilidad, abogados y directivos de alto nivel.

La cantidad de información que debemos procesar y sintetizar es abrumadora, y la presión por la precisión y la rapidez es constante. Esta evolución ha exigido una reinvención personal y profesional que, aunque a veces agotadora, ha sido increíblemente gratificante.

No basta con saber qué es un DCF; hay que saber cuándo no usarlo, cuándo ajustarlo, y cómo combinarlo con otras perspectivas. Es una labor que exige curiosidad insaciable y una voluntad de aprender constante, algo que, a mi juicio, es lo más emocionante de esta profesión ahora mismo.

1. Competencias Técnicas Avanzadas y Pensamiento Crítico

En mi día a día, he notado una brecha creciente entre quienes siguen anclados en las herramientas de ayer y quienes han abrazado las de hoy. Aprender Python o R para manipular grandes conjuntos de datos, entender los fundamentos del Machine Learning o incluso las bases de la ciberseguridad ya no son habilidades “plus”, son casi un requisito.

Recuerdo mi frustración inicial al intentar aprender a programar, pero la recompensa ha sido enorme. Ahora puedo limpiar y analizar datos en minutos que antes me tomaban días.

Pero no se trata solo de la herramienta; es el pensamiento crítico lo que marca la diferencia. Con tanta información y tantos modelos, la capacidad de discernir lo que es relevante, de cuestionar las suposiciones y de interpretar los resultados con una dosis de escepticismo es más importante que nunca.

La IA puede darnos respuestas, pero solo un humano con experiencia puede hacer las preguntas correctas y entender el contexto. Es esa combinación de habilidad técnica y juicio crítico lo que nos hace valiosos.

2. Habilidades Blandas: Comunicación y Adaptabilidad

Más allá de los números y los algoritmos, mi mayor aprendizaje ha sido la importancia de las habilidades blandas. Podemos construir el modelo más complejo y preciso del mundo, pero si no podemos comunicar sus resultados de manera clara, concisa y persuasiva a un público no técnico, nuestro trabajo es inútil.

He tenido que aprender a desglosar conceptos financieros complejos en un lenguaje accesible, a contar la historia detrás de los números y a adaptar mi mensaje a la audiencia, ya sea un CEO, un inversor o un equipo legal.

La adaptabilidad también es clave. El mercado cambia, las regulaciones cambian, las expectativas cambian. Quienes nos dedicamos a esto debemos ser como el camaleón, capaces de ajustar nuestras metodologías y enfoques sobre la marcha.

Recuerdo una presentación donde, a mitad de la reunión, el cliente introdujo un factor ESG que no habíamos considerado; tuve que recalibrar mi discurso y mi enfoque en tiempo real.

Fue estresante, sí, pero también una prueba de fuego de la flexibilidad que hoy se nos exige.

Lecciones Aprendidas del Campo de Batalla: Experiencias Reales

A lo largo de mi carrera en valoración, he tenido el privilegio y, a veces, el desafío, de trabajar en proyectos de todo tipo, desde startups tecnológicas disruptivas hasta conglomerados industriales centenarios.

Cada experiencia ha sido una lección valiosa, pero las más recientes, las que se han visto impactadas por esta nueva era de datos, IA y ESG, son las que más me han marcado.

No hay teoría que valga sin la fricción de la realidad, y es en esos momentos, cuando la teoría se encuentra con lo inesperado, donde realmente aprendes y creces.

He cometido errores, claro, ¿quién no? Pero cada uno de ellos me ha enseñado a ser más riguroso, más humilde y, sobre todo, a escuchar con más atención.

Es esa colección de cicatrices de batalla la que realmente construye la expertise, la que te da esa “intuición” que ni el mejor algoritmo puede replicar por sí solo.

1. Cuando la Intuición se Encuentra con el Algoritmo

Uno de los momentos más reveladores para mí fue en la valoración de una empresa de energías renovables. Los algoritmos de IA, basados en datos históricos de proyectos similares y proyecciones de precios de energía, arrojaban una valoración sólida.

Sin embargo, mi intuición me decía que algo no encajaba del todo. Había un factor humano, una tensión en el equipo directivo, una falta de cohesión que no se reflejaba en los números.

Al final, excavamos más a fondo, hablamos con más personas, y descubrimos problemas de gobernanza interna que, aunque no eran evidentes en los KPIs financieros, representaban un riesgo reputacional y operativo significativo.

Ajustamos la valoración a la baja, y, efectivamente, un año después, esos problemas se hicieron públicos. Fue una confirmación de que la IA es una herramienta poderosa, pero el juicio humano, esa capacidad de leer entre líneas y de entender las dinámicas interpersonales, sigue siendo irremplazable.

La intuición informada por la experiencia es oro puro.

2. Superando Desafíos en Proyectos de Valoración Complejos

Recuerdo un proyecto particularmente desafiante: la valoración de una fintech emergente con un modelo de negocio completamente nuevo en el mercado español, y con una base de datos de usuarios en crecimiento explosivo pero sin historial de rentabilidad.

Los métodos tradicionales simplemente no funcionaban. ¿Cómo aplicas múltiplos a una empresa que no tiene comparables directos? ¿Cómo proyectas flujos de caja cuando no hay precedentes?

Fue un verdadero rompecabezas. Tuvimos que combinar el análisis de cohortes de usuarios, modelos de crecimiento viral, datos de comportamiento de usuarios y una profunda inmersión en las expectativas del mercado de capital riesgo para startups de alto crecimiento.

Incorporamos análisis de sentimiento de redes sociales y evaluamos las patentes de IA de la empresa. Fue un proceso iterativo, lleno de prueba y error, donde la flexibilidad mental y la voluntad de explorar metodologías no convencionales fueron clave.

Al final, logramos una valoración que fue aceptada por los inversores y que, a mi juicio, capturó fielmente el potencial de esta empresa innovadora. Fue agotador, pero la satisfacción fue inmensa.

El Futuro No Tan Distante: Tendencias que Marcarán la Pauta

Mirando hacia el horizonte, me siento a la vez emocionado y ligeramente abrumado por las posibilidades que se abren en el mundo de la valoración. El ritmo de cambio es vertiginoso, y cada día surge una nueva tecnología o un nuevo enfoque que promete revolucionar lo que hacemos.

Sin embargo, lo que realmente me entusiasma es cómo estas tendencias no solo nos hacen más eficientes, sino que nos empujan a ser pensadores más profundos, a considerar dimensiones de valor que antes eran inimaginables.

El valorador del futuro no será un operario de software, sino un arquitecto de la información, un estratega que entiende las intersecciones entre la tecnología, la economía y la sociedad.

Es una profesión que, lejos de desaparecer, se vuelve cada vez más crucial en un mundo complejo y data-driven. Mi consejo para cualquiera que quiera prosperar aquí es: manténganse curiosos, sean valientes para desaprender y siempre, siempre, pongan el factor humano en el centro de todo.

1. Blockchain y Contratos Inteligentes en la Valoración de Activos

Una de las tendencias que sigo con más interés es el potencial de la tecnología blockchain y los contratos inteligentes en la valoración de activos. Imaginen un mundo donde la propiedad de un activo, su historial de transacciones, sus flujos de ingresos asociados y hasta sus pasivos ambientales estén registrados de forma inmutable y transparente en una cadena de bloques.

Esto podría simplificar drásticamente la diligencia debida, reducir los costos de transacción y aumentar la confianza en la información que utilizamos para valorar.

He estado explorando cómo los “activos tokenizados”, desde bienes raíces hasta arte digital, podrían valorarse con mayor precisión al tener un historial de propiedad y transacciones completamente verificable.

Todavía estamos en las primeras etapas, pero la idea de una auditoría casi instantánea y una trazabilidad perfecta de los activos es una perspectiva tentadora que podría revolucionar la forma en que accedemos a la información para nuestras valoraciones.

2. La Ética en la IA y la Responsabilidad del Valorador

Finalmente, una preocupación que siento que debemos abordar como profesionales es la ética en el uso de la inteligencia artificial. A medida que los algoritmos se vuelven más complejos y toman decisiones más autónomas, ¿quién es responsable si un modelo sesgado lleva a una valoración injusta o a una recomendación errónea?

He participado en debates intensos sobre la transparencia de los “modelos de caja negra” y la necesidad de entender cómo llegan a sus conclusiones. Nuestra responsabilidad como valoradores no es solo aplicar la tecnología, sino también garantizar que se use de manera justa, equitativa y sin sesgos.

Esto implica comprender no solo el código, sino también las implicaciones sociales y económicas de nuestros análisis. Es una carga importante, pero también una oportunidad para elevar nuestra profesión, demostrando que la ética y la tecnología pueden, y deben, ir de la mano.

Es un campo en constante evolución, y siento que estamos apenas comenzando a arañar la superficie de lo que es posible.

Para Concluir

En este viaje a través de la evolución de la valoración de empresas, he podido ver de primera mano cómo nuestra profesión ha mutado de ser un ejercicio puramente financiero a una disciplina multifacética.

La integración de la inteligencia artificial, la irrupción de los criterios ESG y la constante volatilidad económica no son meros desafíos, sino catalizadores que nos impulsan a ser más estratégicos, más perceptivos y, sobre todo, más humanos en nuestro enfoque.

La satisfacción de ofrecer una valoración que no solo sea precisa, sino también contextualizada y prospectiva, es lo que realmente me motiva. Es un campo en constante ebullición, y me emociona pensar en lo que nos depara el futuro.

Información Útil a Considerar

1. La inteligencia artificial y el Big Data son herramientas indispensables para la eficiencia y la precisión en la valoración moderna.

2. Los factores ESG (Ambientales, Sociales y de Gobernanza) son pilares del valor empresarial, no solo un complemento.

3. La resiliencia empresarial ante la volatilidad global se evalúa con análisis de escenarios y pruebas de estrés detalladas.

4. El valorador de hoy necesita una combinación de habilidades técnicas avanzadas (programación, análisis de datos) y blandas (comunicación, adaptabilidad).

5. La ética en el uso de la IA y la transparencia en los modelos son cruciales para mantener la confianza en nuestras valoraciones.

Aspectos Clave a Recordar

La valoración empresarial ha trascendido su enfoque tradicional, abrazando la complejidad de la inteligencia artificial, el Big Data y los criterios ESG para ofrecer análisis más precisos y estratégicos.

La adaptación a la volatilidad global y el desarrollo de nuevas habilidades, tanto técnicas como blandas, son fundamentales para el profesional moderno.

El juicio humano y la intuición informada por la experiencia siguen siendo irremplazables, garantizando una valoración robusta y ética en un mundo en constante cambio.

Preguntas Frecuentes (FAQ) 📖

P: ero ahora, con la IA, no es solo meter cifras en un Excel; es entender cómo esa IA puede procesar y analizar volúmenes de datos que a un humano le llevaría vidas enteras, desde tendencias de consumo en tiempo real hasta el sentimiento del mercado en redes sociales. El cambio no es solo la cantidad de datos, sino la calidad de la información que puedes extraer. Y lo de los ESG… ¡eso es un giro total! Ya no puedes valorar una empresa sin considerar el impacto de sus prácticas ambientales, sociales o de gobernanza.

R: ecuerdo una vez que estábamos analizando una cadena de hoteles de lujo, y los números se veían geniales, pero al bucear en sus políticas de trato al personal y su huella de carbono, vimos unos riesgos reputacionales y operativos enormes que, de no haberlos integrado, habríamos dado un valor irreal.
Se siente como si estuviéramos tejiendo un tapiz mucho más complejo y con más hilos sueltos que antes. Q2: Mencionas que la brecha entre los que se adaptan y los que no se está abriendo.
En tu experiencia, ¿qué consejos prácticos darías a un colega para no quedarse obsoleto en este panorama? A2: ¡Ah, esa es la pregunta del millón! Lo he visto con mis propios ojos, colegas que eran unos cracks absolutos en su día, pero se negaron a salir de su zona de confort.
Mi consejo más práctico, y el que me ha funcionado a mí, es este: ¡curiosidad incansable y humildad para aprender de quien sea! No es solo hacer un cursillo online, es una mentalidad.
Tienes que sumergirte, aunque te asuste al principio, en el mundo del data science y la IA. No tienes que ser un programador, pero sí entender cómo funciona un algoritmo, qué te puede dar y qué no.
Por ejemplo, he pasado muchas noches leyendo sobre machine learning aplicado a las finanzas, y aunque no me voy a poner a codificar, esa base me permite hablar “el mismo idioma” con los equipos de tecnología y entender sus limitaciones y potenciales.
También es crucial salir de tu burbuja financiera y hablar con gente de otros sectores: economistas ambientales, expertos en ética, ingenieros de software, incluso sociólogos.
Recuerdo un almuerzo con un experto en ciberseguridad que me abrió los ojos a riesgos que ni siquiera había considerado para la valoración de una fintech.
Es un esfuerzo constante, una inversión de tiempo y, sí, a veces, de dinero. Pero te aseguro que el retorno es impagable. Es la única forma de no sentir que la marea te arrastra.
Q3: Hablas de la necesidad de interpretar no solo números, sino también factores no financieros para “ofrecer valor real”. ¿Podrías dar un ejemplo concreto de cómo un factor no financiero podría alterar significativamente una valoración y por qué es tan crucial ahora mismo?
A3: ¡Claro que sí, y muchos! Pero déjame contarte uno que me marcó bastante. Hace poco estábamos valorando una empresa minera en un país de América Latina.
Sus números, a primera vista, eran sólidos como una roca; un flujo de caja impresionante y una proyección de crecimiento envidiable. Pero, al profundizar en sus prácticas, nos dimos cuenta de que tenían un historial bastante problemático con las comunidades locales, con denuncias de contaminación del agua y un par de conflictos sociales severos en el pasado.
¡Un verdadero polvorín ambiental y social en ciernes! Si solo hubiéramos aplicado el DCF tradicional, el valor que nos daba era altísimo. Pero, ¿cómo incluyes el riesgo de una multa millonaria por contaminación, la posible revocación de licencias de operación por presión social o, peor aún, el impacto de una huelga indefinida de las comunidades en el precio de las acciones?
Eso no es tan fácil como meter un dato en Excel. Tuvimos que construir escenarios de riesgo con probabilidades asignadas a cada uno, estimar el costo de litigios, el posible impacto en su reputación global y el coste de implementar mejoras ESG.
Al final, el valor que propusimos era significativamente menor al que arrojaban los números puros, y la razón principal no fue financiera per se, sino la gestión deficiente de los riesgos ESG.
Si hubiéramos valorado solo los estados financieros, habríamos estado haciendo un flaco favor al cliente y, honestamente, habría sido una valoración con fecha de caducidad.
Ahora es indispensable tener esa perspectiva holística; es el verdadero diferenciador para un buen valorador.